domingo, 1 de noviembre de 2009

Sopla. El viento. Suave.



Se separa lo que se espera, se alza un castillo en tu ausencia.
Se encierra la locura, se encierra la dolencia.
Se permiten los abismos, se extraña lo que se piensa.
Los muros se vuelven blandos y el mar se siente cerca...
ni el más desolado camino hará en el cuerpo estragos.
Se acabó la sordera, se secaron los ojos y ahora abiertos traspiesan,
y aún los pasos más pesados encuentran su manera de acompañar el alma de quién tropieza.
Y quién camina...ya está afuera.
Foto y texto por Julia Irigoitia.-

2 comentarios:

  1. Que poesía, Julia, muy bella, directa!

    El camino desolado a veces hace estragos en el cuerpo, pero siempre hay tiempo de recorrer el trayecto en forma renovada.

    Un tropezón nunca es caida, es aprendizaje...

    Saludos!

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  2. Hola Maxi, gracias por tu nueva visita. Que bueno que lo disfrutes!

    Saludos para tí también.

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